Dios considera que lo fundamental para el hombre es conocer Su gloria. 2 Corintios 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Su gloria es exhibida y accesible a nosotros en Cristo. El Hijo de Dios vino para mostrar esa gloria porque Él es la gloria: “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” Juan. 1:14, Sin embargo, para experimentar algo debe pasar primero: el Señor debe traer luz al corazón. Esa gloria nunca será vista a menos que Dios resplandezca a través de su palabra. Lo que necesita el pecador es conocer la gloria de Dios porque en ella está la esperanza del mundo. Todo en la vida encuentra su explicación y sentido únicamente desde la gloria. Cuando entendemos todo en relación a la gloria de Dios empezamos a entender todo correctamente. El hombre no regenerado no busca esa gloria porque él no la percibe ni la entiende. En su estado natural, el hombre no quiere, no persigue ni anhela esa gloria; porque está ciego ante ella. Pero quienes venimos a Cristo, vemos su gloria, porque Dios nos alumbró Mateo. 4:16 ¡Oh cuán precioso sol ha encendido Dios! (Mal. 4:2). Ahora vemos y tenemos esa gloria.