El hombre lleva miles de años trazando su propio rumbo en la vida sin la ayuda divina. Pero sin ella, los seres humanos imperfectos están totalmente perdidos: son incapaces de encontrar las formas de alcanzar la paz y la felicidad verdadera. ¿Por qué? Hace más de dos mil quinientos años, el profeta Jeremías declaró: “No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). Todo el que trata de dirigir sus propios pasos sin aceptar la guía de Dios, se ve condenado al fracaso. Está claro, que la humanidad sin el conocimiento de las normas de Dios no podrá organizar nada. Jehová es nuestro Creador, así que siempre sabe qué es lo que más nos beneficia (Isaías 48:17). Por lo tanto, podemos tener plena confianza en la promesa divina que leemos en (Salmo 32:8) “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti”. No cabe ninguna duda: que en todo lo que planeamos debe estar la guía de nuestro Creador. Un salmista expresó lo siguiente en una oración a Jehová: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda” (Salmo 119:105). Las declaraciones y recordatorios de Dios se encuentran en su manual y nos ayudan a superar los obstáculos que puedan alzarse en nuestros proyectos.( Isaías 30:21) “Tus propios oídos oirán una palabra detrás de ti que diga: ‘Este es el camino. Anden en él.